Ya si eso nos tomamos una cerveza

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Para traducir esta frase al alemán, meteríamos varias partículas, tan propias de este idioma, para con ellas transmitir ese, toque de sin compromiso que resuena dicha en español.Aún con esas, la mayoría de los hablantes nativos de alemán supondrán recibir en breve una propuesta de cita de la persona que les suelta la frase. El hecho de que sea una fórmula de despedida se va aprendiendo a la medida que uno la escuche. Se suele decir que los españoles en general -y los andaluces en particular- son personas muy abiertas, sobre todo en comparación con los alemanes, supuestamente más distantes. Sin embargo, en mi opinión, esto puede deberse precisamente a la mala interpretación de dicha frase. En Sevilla, por ejemplo, este tipo de frases se escuchan con extraordinaria frecuencia, pero sin que sean siempre inmediatamente reconocibles como tales, incluso para los españoles de otras partes del país. En cuanto te encuentras con un sevillano y escucha que no eres de Sevilla, literalmente suelta: "Lo que necesites, ¿eh?“ o "Aquí tienes tu casa". Sin embargo, si se te ocurre tomar estas ofertas a pie de la letra, puede que la persona no tenga tiempo para reunirse justo en ese momento o que, por desgracia, esté fuera de la ciudad.

Creo que estas frases meramente expresan cortesía para los sevillanos y no deben entenderse literalmente. Puedes compararlos un poco con el ejemplo de inglés que todos los profesores te inculcan en la escuela: Nadie quiere saber realmente cómo estás cuando te hace la pregunta „¿How are you?" y sus variantes. La mejor respuesta es un simple „¿How are you?", que indica que se trata más bien de un saludo. Por cierto, esta pregunta también se utiliza como tal en español en situaciones de conversación cotidiana. La respuesta puede ser "Bien, tú sabes". O "Aquí, tirando". Si el interlocutor quiere saber realmente cómo te sientes, a menudo te dirá: "Pero tú, ¿cómo estás? Dependiendo de la relación de confianza que tenga con la persona, es apropiado en este punto entrar en más o menos detalles sobre su estado de ánimo personal. En un encuentro casual en la calle, sin embargo, suele bastar con un "tú sabes, con este calor..." o "con la que está cayendo…". Si la otra persona se te adelanta con tales expresiones, un simple "Ay que ver" siempre pega.

Por supuesto, estas observaciones no se aplican si se tiene una relación de confianza más estrecha con la persona en cuestión.

Coincidiendo en ámbitos superficiales, decirse que aquí prevalece una especie de regla de tres: negarse cortésmente dos veces y luego aceptar de manera vacilante.

Por supuesto, hay que reconocer este código para no parecer brusco cumpliendo así uno de los prejuicios sobre los alemanes. Lo aprendí en la siguiente situación: había invitado a unos amigos a cenar y les había preparado un café después. Uno de los invitados, al que no conocía muy bien, declinó amablemente mi oferta de servirle una segunda taza. Para mí, la cuestión suele estar resuelta en ese caso. Nada más lejos de querer ponerle en un compromiso a mis invitados. Al revés, no lo ofrezco si no tengo ganas de hacer otro café. Sin embargo, luego observé cómo la persona en cuestión rechupaba los restos de la taza con una cuchara y volví a preguntar. De nuevo me contestó con un "No, no, está bien. No te molestes". Pero aún así cogió la taza de café una y otra vez. Así que volví a decir: "Venga, que te preparo otra", y he aquí que esta vez la respuesta fue: "Sí, bueno, si no te importa, me gustaría tomar otra tacita".

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