El arte de tender la ropa de manera correcta

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No soporto que se deje la tapa del váter abierta. Así no paro de pensar que algo se pudiera caer dentro. Pero hay quien tiene esa costumbre. A otra gente no le importa lo más mínimo si el inodoro se cierra o no. Igual de divididas están las opiniones cuando se trata de enrollar el tubo de pasta de dientes meticulosamente desde el final - incluso hay personas que para eso usa un cacharrito similar al que se usaba antes para abrir las latas de sardinas - o de simplemente ir estrujando todo el tubo con el puño para que la pasta salga poco a poco. Una cuestión parecida es si es necesario dejar en remojo o enjuagar los platos y demás utensilios antes de meterlos en el lavavajillas. Lavando a mano, algunos prefieren la técnica supuestamente más ecológica de lavar todo en el mismo agüita como si de una bañera se tratara y otros prefieren pasar todo por el grifo abierto. Hay toda una ristra de preguntas cotidianas de este tipo y lo primero que me suele venir a la mente es: ¿Qué más da? Que cada uno lo haga como quiera y me lo deje hacer a mi como yo quiera. Sin embargo, la cosa se complica cuando se comparte casa con una o varias personas sea, cual sea la constelación.

En un piso compartido, por ejemplo, estos asuntos pueden crear un potencial de conflicto muy propenso a causar interminables discusiones y hacer que la convivencia sea menos llevadera.
En la convivencia de una pareja, pueden llegar a ser aún más estresantes, ya que suelen traer a flote otras incoherencias de la relación.

Cuántas veces los desacuerdos de este tipo desembocan en tremendas discusiones y luego -o cuando se ven desde fuera- se hace evidente que en realidad sólo han provocado que el vaso, ya bastante lleno de insatisfacción, se colme. Para evitar que pasa, creo que ayuda tener en cuenta algunas cosas:

Para la mayoría de asuntos de este tipo, existen diferentes maneras de proceder, y todas tendrán sus ventajas e inconvenientes. Cada persona se acostumbra a una u otra a lo largo de su vida porque lo ve así en los demás, porque ha tenido buenas experiencias con ello, porque siempre lo ha hecho así, porque las condiciones mentales o físicas se lo permiten mejor así o simplemente porque lo encuentra más práctico así.

En las parejas en las que ambos trabajan, por suerte por aquí ya es normal observar que se vive la igualdad en las casas. Al menos eso es lo que dice la mayoría de la gente cuando se les pregunta. Personalmente, veo muchas parejas y familias, tanto en Alemania como en España, en las que esto es así. En la mayoría de ellas, las tareas que asume cada persona se equilibran en cierta medida. ¿Por qué entonces es tan frecuente que una persona haga la colada y la otra cocina y friega? Cuando se les pregunta, la respuesta suele ser: a ella o a él simplemente le sale mejor que a mi. O comentarios como: Es que él cuelga la ropa mal. O bien: Ella conduce mal; ni siquiera frena con el motor.
Como defensora firme de la igualdad de derechos, pero no de la igualación, a veces pienso que al final hay cosas que les cuesta menos a algunas mujeres y otras a algunos hombres. Lo cierto es que hay muchos estudios sobre lo diferente que funciona el cerebro femenino y el masculino. No, por supuesto que no vale para todos, pero la tendencia hacia ciertas capacidades ha sido probada científicamente. Hasta qué punto todo esto es hereditario o está determinado por la aptitud genética sigue siendo cuestionable, por supuesto. Incluso si pudiéramos responder a esto de forma inequívoca, probablemente no nos llevaría a ninguna parte en la convivencia.

Lo que sí nos llevaría seguramente a una convivencia menos conflictos, sin embargo, es algo mucho más sencillo: un cambio de perspectiva. Si la discrepancia en las tareas mencionadas se convierte en un factor perturbador para la relación, simplemente hay que darse cuenta de que hay diferentes maneras de cumplir con una tarea. Por ejemplo, con especial rapidez, pero quizás con algo menos de precisión. O con un gesto de mano en lugar de tres. De abajo a arriba o de arriba a abajo, etc. Puede que la ropa recién lavada se seque realmente más o menos rápido si se deja una barra libre entre fila y fila en el tendedero, y puede que se vean menos arrugas después si se sacude cada prenda bien sacudida antes de ponerle la pinza. Pero sinceramente, que un pantalón se cuelgue desde la cintura o desde las perneras no significa hacerlo bien o mal, significa hacerlo de otra manera.

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